domingo, 26 de junio de 2011

Ensoñaciones mecánicas

            […] hace ya casi treinta años, es decir, hacia finales de los años ochenta, a partir de la decimoquinta binastía de ordenadores parlantes, se demostró que era una necesidad técnica dar a las máquinas periodos de reposo en los que, libres de “instrucciones programadoras”, pudieran caer en un “balbuceo” peculiar, para el que se introdujo pronto la expresión “ensoñaciones mecánicas”. Los “bits” no semánticos de la información contenida en esos sueños debían, gracias a ese método de “barajar a ciegas”, ayudar a regenerar la capacidad (lingüística) de las máquinas […]

W. G. Sebald citando a Stanislaw Lem, Bajo el espejo del agua – Pútrida patria, Anagrama, pag.95


Más adelante, en su segundo prólogo a La historia de la literatura bítica, Lem comenta como en un imaginario estudio sobre la literatura mística llevado a cabo por un grupo imaginario de ordenadores, estos toman, como referencia principal en el análisis de las obras, la cantidad de información nueva que los místicos habrían obtenido en su contacto con Dios, de cuya existencia no se duda pero se tiene en cuenta en tanto que cantidad de información infinita. Aún aceptando que solamente una cantidad mínima de toda esa información les podría ser transmitida, dada la relación finito-infinito que este proceso conllevaría, este grupo de ordenadores hacen notar que en los escritos místicos la cantidad de información nueva es igual a cero y que de esta se obtiene mucha más en un estudio científico cualquiera.

No pretendo con esto introducirme en una arriesgada crítica a los textos místicos (a favor de los cuales podrían, por lo demás, alegar que en muchos de ellos – como, por ejemplo, los de la española Santa Teresa de Ávila – se refieren al dios con el que se plantea ese incierto diálogo como un “Todo Uno” y no un “Todo Otro”) sino, por otro lado, pretender que, en el ejemplo anterior, los místicos SÍ hubiesen obtenido una información adicional de un ser exterior pero NO un lenguaje capacitado para transmitirla:


Esto me hace pensar en la pobre Cordelia incapaz de decirle a su padre, el rey Lear, cuanto lo ama por sus dudas sobre si eso puede o incluso debe, ser expresado. Lo cual desemboca en la decadencia del padre y la muerte de la hija.

En el número de este pasado Abril de la revista especializada en cine Cahiers du Cinema España, número dedicado en casi su totalidad a “Las Revoluciones Árabes”, se incluía un pequeño artículo de Jordi Balló, llamado “Iconografía del cambio”, en el cual se refieren diversas escenas televisivas que serían representativas, casi podríamos decir necesarias, para la asimilación, por parte de un ciudadano-espectador, del cambio socio-político, revolucionario, que se está viviendo: el último discurso por parte del dictador, la quema o ruptura de un retrato del mismo en algún lugar público por parte de una masa enfurecida, la huida del dictador y su familia por el aire, los representantes del nuevo orden hallando un botín secreto del anterior tirano, la ya calmada retirada del retrato del exdictador ( y no escondería, a caso, la retirada, obviamente temporal, del retrato del Rey por parte de BILDU en San Sebastián, la intención de asociar la figura de este con la de un cierto tipo de dictador secreto y dotarse así a ellos mismos del papel de una recién llegada forma de resistencia heroica).

Lo que este y otros artículos del mismo número ponen de manifiesto es que, aún estando en el umbral de un tipo de organización revolucionaria plenamente nueva – este sería el primer caso en el que, al menos con tanta fuerza, la relación entre lo que llamamos “El Mundo Real” e Internet se ha visto invertida siendo algo gestado/organizado en Internet lo que ha afectado de un modo no simplemente simbólico al “Mundo Real – y un tipo de difusión de la información nunca antes tan inmediata y no profesional, por no decir nunca antes tan extremadamente múltiple, aún así, aún siendo los canales y las fuentes tan diferentes, las formas de presentación de la información en dichos movimientos, así como la búsqueda constante de unos determinados contenidos icónicos (la huida en helicóptero de Ceaucescu en Túnez) seguirían siendo residuos de determinadas formas de representación, por así decirlo, institucionales.

Slavoj Zizek incluye en su libro Bienvenidos al desierto de lo real un chiste que se contaría, según él, en la antigua Alemania del Este en el cual, lo cuento de memoria, un habitante de esta región se iría a trabajar a Siberia y sabiendo que el correo sufre de censura pactaría un código con sus amigos: cuando les enviase una carta escribiría con tinta azul las cosas que fuesen verdad y con tinta roja todas aquellas que fuesen mentira. Pasados unos meses los amigos reciben una carta suya en la que, con tinta azul, ponía: “Todo me va muy bien. En el trabajo son duros pero justos, se pueden ver películas extranjeras, hay chicas muy bonitas, las tiendas están a rebosar… Aquí se puede encontrar de todo, lo único que no he podido encontrar es tinta roja” A este chiste Zizek añade que normalmente lo que nos falta no es un lenguaje para expresar nuestra libertad sino un lenguaje para expresar nuestra no-libertad.


Lo que planeo en este Blog es buscar, centrándome especialmente en el terreno audio-visual, formas lingüísticas o más bien, buscar dentro de lo que antes se solía llamar escritura cinematográfica, proyectos que, generados con Internet no solamente como marco cultural sino también como medio, contengan un algo de ese balbuceo necesario en la transición entre diversos medios artísticos. Creyendo, como he querido creer en el caso de los místicos, que, a partir sobretodo de los mil canales de propagación – Twitter, Facebook, Milblogs -  de la información, muchos de los cuales ya comportarían implícitamente un tratamiento específico de la misma (Un buen ejemplo sería el de Twitter que con su límite de 140 caracteres ha impulsado, además de una clara tendencia a la síntesis y el enlace, algunas formas de expresión que le serían propias como el “Hastag” o el “FollowFriday”) SÍ se estaría generando bien nuevas informaciones bien nuevas perspectivas de contenidos más tradicionales. Lo que me propongo sería, en definitiva, tratar de rastrear estas nuevas formas, estas ensoñaciones mecánicas que están barajando a ciegas y de forma casi inadvertida un nuevo lugar para la imagen en la era de los ordenadores.